domingo, 19 de abril de 2015

Tokio Blues, Norwegian Wood- Haruki Murakami. Maxi Tusquets.

Leyendo este libro reflexioné lo siguiente; los seres humanos nos cargamos la espalda con problemas y responsabilidades que no nos corresponden sólo porque creemos en el amor y esto nos hace cada vez más torpes para  vivir nuestra vida lo mejor que podemos. 

Últimamente he escuchado tantas historias de personas que conozco mucho o poco, acerca de como sufren por confundir el amor con otros sentimientos que pienso que, la raíz de estos problemas no es otra sino la falta de amor propio. No los culpo, he estado infinidad de veces es esa situación. Vivimos en un mundo en donde no hacemos pausas para ver las salidas que tenemos sino que vamos corriendo y entramos y salimos de la primer puerta que vemos entreabierta y en cada lugar al que entramos tomamos cosas innecesarias y las cargamos por el resto de nuestra vida hacia otras puertas.

Para mi, el amor es tan real como la vida y la muerte. Si tenemos una vida demasiado rígida y cargamos demasiado peso en nuestra espalda, será imposible que tengamos un amor libre y sin ataduras que nos haga estar felices los días que tengamos por vivir.  
Fabiola Rodríguez Loredo


FRASES:
En cuanto a la vida cotidiana, no hay tanta diferencia entre la derecha y la izquierda, o entre parecer mejor o peor de lo que uno es en realidad. 

Me admiro la gran diversidad de deseos y o objetivos que pretende alcanzar el ser humano.

La muerte no existe en contraposición a la vida sino como parte de ella.

Algún día la muerte nos tomará de la mano. Pero hasta el día que nos atrape nos veremos libres de ella. 

Caminamos sin rumbo, andamos sin andar, cual si fuera un rito para aliviar las ánimas pena. Si llovía, pasábamos bajo el paraguas.

Lo que hace falta son pautas de conducta, no ideales.

Un caballero es quien hace, no lo quiere, sino lo que debe hacer.

El auténtico enemigo de estos tíos no es el poder estatal, es la falta de imaginación.

Para un cierto tipo de personas el amor surge con un pequeño detalle. Y, si no, no surge.

Tal vez somos incapaces de adaptarnos a nuestras deformaciones. Y, por lo tanto, posiblemente no podamos aceptar el dolor y el sufrimiento reales que provocan. 

Vivimos en silencio para no herirnos los unos a los otros.

Así que lo sé. Hay dos tipos de personas: los que son capaces de abrir su corazón a los demás y los que no.

Hay un montón de cosas de mí mismo que no entiendo. Esto nos sucede a las personas corrientes.

No te precipites. Aunque las cosas estén tan intrincadas que no sepas cómo salir del paso, no debes desesperarte, no debe perder la paciencia y tirar de un hilo antes de la cuenta. Hay que desenredarlos uno a uno, hay que tomarse todo el tiempo necesario.

Pero cuando una llega a cierta edad, tiene que interpretar la música para si misma. Ese es el poder de la música.

En este mundo hay gentes que, a pesar de estar dotadas de un talento excepcional, son incapaces de realizar el esfuerzo necesario para sistematizarlo, y su talento se acaba malogrando.

-Doy gracias por haberte conocido. Tengo la sensación de que me he readaptado al mundo.

Si la compasión bastara para limpiar la mierda, yo me compadecería cincuenta veces más que cualquiera de ellos. 

Si uno le da la vuelta a esta sociedad injusta, entiende que en el mundo puede explotar sus posibilidades.

-No te compadezcas de ti mismo. Eso sólo lo hacen los mediocres.

-Últimamente ya nos hemos hecho a la idea de que está va a ser nuestra vida. No tendremos que privarnos de nada por nadie y podremos movernos con toda libertad. Pero esta idea, a nosotras nos inquietaba. Nos sentíamos como si estuviéramos flotando a dos o tres centímetros del suelo. No se, nos daba la impresión de que era mentira, de que una vida tan fácil no podía ser real. Y las dos estábamos tensas, esperando que la situación cambiara de un momento a otro.

Creo que no deberías tomarte las cosas tan en serio. Amar a alguien es algo maravilloso y, si este sentimiento es sincero, no tiene por qué arrojar a nadie en un laberinto.

Lo vuestro puede ir bien o puede ir mal. Pero el amor es así. Y cuando te enamoras, lo normal es abandonarte a ese amor. 

Todos nosotros somos seres imperfectos que vivimos en un mundo imperfecto. Y no debemos vivir de una manera tan rígida, midiendo la longitud con una regla y los ángulos con un transportador como si la vida fuera un depósito bancario. 

Las cosas fluyen hacia donde tienen que fluir, y por más que y esfuerces e intentes hacerlo lo mejor posible, cuando llega el momento de herir a alguien lo hieres.

Constantemente intentas que la vida se adecué a tu modo de hacer las cosas. Sino quieres acabar en un manicomio, abre tu corazón y abandonare al curso natural de la vida. 

Es una realidad. Mientras vivimos, vamos criando la muerte al mismo tiempo. 

El conocimiento de la verdad no alivia la tristeza que sentimos al perder a un ser querido. No la verdad, ni la sinceridad, ni la fuerza, ni el cariño son capaces de curar esta tristeza. Lo único que puede hacerse es atravesar este dolor esperando aprender algo de el, aunque todo lo que uno haya aprendido no le sirva para nada la prima vez que la tristeza lo visite de improviso.