sábado, 23 de abril de 2016

Intención de este blog.

La intención de este blog es recordar las mejores partes de los libros que leo.

Fabiola Rodríguez Loredo :)

Ontología del lenguaje. Rafael Echeverría. Granica. 2014.

Este libro no se trata estrictamente de coaching, sin embargo proporciona diversos fundamentos del proceso del mismo.  Escuchar es primordial para un buen proceso de coaching y el saber que las palabras dicen todo sobre su orador es la guía para definir el quiebre con el coachee.

Cada palabra que decimos va construyendo la persona que somos. Rafael Echeverría sostiene que el ser humano no es inocente en su lenguaje y que cada palabra y juicio que hace, tiene la capacidad de transformación al ser el lenguaje acción.

Una buena manera de transformarnos y de evolucionar hacia un mejor ser, es tener aquellas conversaciones que no deseamos mantener pero que sabemos que son necesarias. Si esta conversación tiene un diseño adecuado nos llevará siempre hacia adelante. 
Fabiola Rodríguez Loredo.


FRASES:

Lo social, para los seres humanos, se constituye en el lenguaje. Todo fenómeno social es siempre un fenómeno lingüístico.

Si queremos conocer a un ser humano, debemos empezar por conocer su mente: el lugar donde se asienta el pensamiento. Ese es el lugar donde reside el alma, lo que nos hace ser como somos. 

Nada permanece igual por demasiado tiempo.

Hagamos lo que hagamos, digamos lo que digamos, siempre se revela en ello una cierta comprensión de lo que es posible para los seres humanos y, por lo tanto una ontología subyacente.

Cada planteamiento hecho por un observador nos habla del tipo de observador que ese observador considera que es.

El lenguaje representa para los seres humanos, en el decir de Nietzsche, una prisión de la cual no pueden escapar; o, en el decir de Heidegger, la morada de su ser. Los seres humanos habitan en el lenguaje.

El lenguaje hace que sucedan cosas.

La ontología del lenguaje asume una posición radicalmente diferente. Ella sostiene que la vida es, por el contrario, el espacio en el que los individuos se encuentran a sí mismos. 

Nunca podemos decir cómo las cosas realmente son: sólo podemos decir cómo nosotros las interpretamos o consideramos.

¿Qué otra cosa es la verdad sino precisamente la pretensión de que las cosas son como decimos? 

Dime lo que observas y te diré quién eres.

La acción genera ser.

El hablar nunca es un acto inocente.

Cada vez que consideremos que debemos decir «No» y no lo digamos, veremos nuestra dignidad comprometida.

Al perdonar reconocemos que no sólo el otro, sino también nosotros mismos, somos ahora responsables de nuestro bienestar.

Los juicios nos sirven para diseñar nuestro futuro.

El pasado es sólo uno de los factores que deben considerarse cuando nos ocupamos del futuro.

En la medida en que modifiquemos nuestras acciones (como acontece, por ejemplo, como resultado del aprendizaje) modificaremos nuestra identidad: transformamos nuestro ser. 

Muchas innovaciones se generan tan sólo por examinar los estándares existentes y explorar la posibilidad de establecer otros nuevos.

Cada vez que decimos algo (en la medida que hablar es actuar), de alguna forma revelamos quiénes somos.

Los juicios siempre hablan de quienes los emiten.

Basta un sólo juicio negativo para afectar la estabilidad emocional de la persona inauténtica.

Los juicios son la raíz del sufrimiento humano.

Demasiados (ejecutivos) piensan que son maravillosos con las personas porque hablan bien. No se dan cuenta de que ser maravillosos con las personas significa `escuchar‘ bien. Peter Drucker.

Uno de los factores básicos que hace que  una acción tenga sentido es su intención.

Quienes saben escuchar son buenos constructores de narrativas, buenos productores de historias.

Sabemos que cuando se pide, de alguna forma ya se llega tarde.

Un buen servicio, por muy importante que sea, no sustituye un producto que no requiere del servicio.

Todo otro es el reflejo de un alma diferente en el trasfondo de nuestro ser común.

Nuestro estado emocional tiñe la forma en que vemos el mundo y el futuro. Asimismo, también tiñe lo que escuchamos.

Nuestras posturas físicas son también formas en la que nuestra alma, nuestra forma de ser, se manifiesta.

Nuestra identidad depende de las acciones que realicemos.

Las prácticas sociales generan ceguera.

Nuestras conversaciones generan el tejido en el que nuestras relaciones viven.

Al final, las explicaciones científicas no son sino narrativas que producimos acerca del mundo.

La emoción pertenece al observador.

Si se desea cambiar la posición en la vida es necesario cambiar también nuestras posturas físicas.

Procurar alcanzar lo que, por naturaleza, no es posible es fuente de sufrimiento innecesario.

Para vivir es necesario concentrarse en las cosas que están en nuestro poder y no perder tiempo en aquello para lo cual no tenemos poder. 

Los líderes son personas que normalmente declaran como posibles cosas que el resto de la gente considera imposibles.

El principal beneficiado del perdón no es el perdonado, sino quien perdona.

Si nos comprometemos a aprender a sostener esas conversaciones que estimábamos imposibles, las circunstancias pueden cambiar.

Generalmente ni siquiera sabemos que la forma en que hacemos las cosas, la forma en que enfrentamos la vida, es sólo una forma posible de hacerlas.

Un presente satisfactorio generalmente lo es debido a que vislumbramos un futuro lleno de posibilidades.

Carlos Fuentes nos dice al referirse a su experiencia de escribir: «Cuando me siento a escribir soy amo del mundo. Durante un breve instante soy Dios. Creo realidad».

La verdad no pertenece al mundo de los hombres.

En la medida en que el lenguaje es acción, el lenguaje es fuente de poder. La forma como actuamos en el lenguaje constituye, por lo tanto, un aspecto crucial para evaluar cuán poderosos somos en la vida.

Una modalidad particular de la persuasión es la lógica, esta gran invención de los metafísicos y desarrollada particularmente por Aristóteles.

El destino no es independiente del actuar de los individuos. Ello nos recuerda a Heráclito que nos decía «Nuestro carácter es nuestro destino».

El nihilismo es la experiencia que resulta de esperar que el sentido de la vida nos llegue, como acto de gracia, sin haber comprendido que, hoy en día, somos nosotros los que tenemos que participar en su creación, como si no nos hubiésemos enterado de que los metadiscursos se encuentran en proceso de agotamiento.

Toda forma de liderazgo implica el abandono de una visión individualista estrecha de sí mismo.

El arte hace la vida soportable. Y solo el arte es capaz de conferirle a la vida el sentido, que ella de por sí no nos proporciona, de que ella merece vivirse. 

El arte nos permite vernos heroicamente y ello es necesario para vivir. Sólo el arte nos permite olvidarnos de nuestras limitaciones. Necesitamos del sentido trágico del héroe para responder a los desafíos de la autotrascendencia. El héroe trágico puede soportar la vida por cuanto se ha comprometido a hacer de ella una obra de arte. Y en cuanto obras de arte, los seres humanos alcanzan su más alta dignidad.