domingo, 25 de octubre de 2015

La Malhora. Mariano Azuela. Editorial Planeta Mexicana S.A. de C.V. 2002.

La última es mi frase favorita. Tenemos que ser además de imbéciles, muy soberbios para creer que estamos cerca de conocer la verdad, con el sentido que está palabra tiene para los hombres.
Cada que escucho que una persona afirma que no cree en nada, me da tristeza pensar el vacío que debe sentir en momentos turbulentos y sobre todo en los grandiosos al no poderse conectar con nada más que lo material. 
Fabiola Rodríguez Loredo.

FRASES:

El rumor entra como un soplo de la noche.

En la historia, en las letras, en la vida toda tragedia tiene sus antecedentes, ¿sabe usted?

Lo que te sobra de cuerpo te falta de alma... ¡mula!...

Entre hombres es preferible que lo maten a uno a la mala, a ponerse en evidencia.

Un sacerdote amigo mío dice misa y hace cinco años que Dios se le ha perdido. En cambio yo lo hallé; tanto que ya no me cabe en la cabeza. 

El hombre sólo es tonto o ignorante o las dos cosas.

El odio es algo monstruosamente pesado para el que odia.

En verdad la compasión no es para ti, no es para el que lleva camino de estrellas, sino para quien no supo mirarse en el espejo de su vacío. 

Nuestra memoria es infiel y para poder vivir hemos de olvidar y fantasear.

Y gracias, porque mi cordura coja entre dos antagonismos recobra hoy su equilibrio entre tus brazos centrípetos.

Las gentes que arreglan su vida de otro modo que con alcohol y puñal, digieren y duermen mejor.

La fuerza del instinto es más poderosa cuanto más se desciende en la especie.

La fe en el poder de la ciencia y sus satélites; fuerza portentosa que levanta las almas cojas hasta las cimas más altas de la imbecilidad humana. 

domingo, 18 de octubre de 2015

El amor en los tiempos del cólera. Gabriel García Márquez. Editorial Diana, S.A. 1985.

FRASES:

El bisturí es la prueba mayor del fracaso de la medicina. 

Ni el ni ella podían decir si esa servidumbre recíproca se fundaba en el amor o en la comodidad, pero nunca se lo habían preguntado con la mano en el corazón, porque ambos preferían desde siempre ignorar la respuesta.

Sobrellevaba la desgracia con la sonrisa invencible que había aprendido de su esposo para no darle gusto a la adversidad.

El que no tiene memoria se hace una de papel.

Su conducta publica era tan autónoma que nadie lo tenía como suyo: los liberales lo consideraban un gordo de las cavernas, los conservadores decía que sólo le faltaba ser masón, y los masones lo repudiaban co un clérigo emboscado al servicio de la Santa Sede.

 -Fermina -le dijo-: he esperado esta ocasión durante más de medio siglo, para repetirle una vez más el juramento de mi fidelidad eterna y mi amor para siempre.

La gente que uno quiere debería morirse con todas sus cosas.

Cada cosa se hará a su debido tiempo.

Su decisión entreabrió una puerta por donde cabía el mundo entero.

-Aprovecha ahora que eres joven para sufrir todo lo que puedas -le decía-, que estas cosas no duran toda la vida.

Le recordó que los débiles no entrarían jamás en el reino del amor, que es un reino inclemente y mezquino y que las mujeres sólo se entregan a los hombres de ánimo resuelto, porque les infunden la seguridad que tanto ansían para enfrentarse a la vida.

- La guerra está en el monte -dijo-. Desde que yo soy yo, en las ciudades no nos matan con tiros sino con decretos.

Lo único peor que la mala salud es la mala fama.

No hay mayor gloria que morir por amor.

Le tenía bastante amor como para verla con los ojos de la verdad.

Nunca había sido tan suyo como lo era entonces, dentro de un cajón clavado con doce clavos de tres pulgadas, y a dos metros debajo de la tierra. -Soy feliz -dijo-  porque sólo ahora se con seguridad dónde está cuando no está en la casa.

Siempre fue sin pretensiones de amar ni ser amada, aunque siempre con la esperanza de encontrar algo que fuera como el amor, pero sin los problemas del amor.
 Así se enteró de que ella no pretendía casarse con él, pero se sentía ligada a su vida por la gratitud inmensa de que la hubiera pervertido.

Nada de lo que se haga en la cama es inmoral si contribuye a perpetuar el amor.

La doblez de las monjas le había provocado una resistencia contra los ritos, pero su fe estaba intacta, y había aprendido a mantenerla en silencio. Dijo: "Prefiero entenderme directo con Dios".

Es como el hijo mayor, que uno se pasa la vida trabajando para él, sacrificándolo todo por él, y a la hora de la verdad termina haciendo lo que le da la gana. 

Los idiomas hay que saberlos cuando uno va a vender algo -decía con risas de burla-. Pero cuando uno va a comprar, todo el mundo le entiende como sea.

-Rico no -dijo-: soy un pobre con plata, que no es lo mismo.

Lo único que me duele de morir es que no sea de amor.

Le enseño lo único que tenía que aprender para el amor: que a la vida no la enseña nadie. 

No había peor enemigo de los amores secretos que un coche esperando en la puerta.

Él la había sentido antes de verla cuando iba de regreso a casa en el tranvía de las cinco: fue una mirada material que lo tocó como si fuera un dedo.

El mundo está dividido entre los que cagan bien y los que cagan mal.

El amor, antes que nada, era un talento natural. Decía: O se nace sabiendo o no se sabe nunca.

Amor del alma de la cintura para arriba y amor del cuerpo de la cintura para abajo.

El problema del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno.

El problema de la vida pública es aprender a dominar el terror, el problema de la vida conyugal es aprender a dominar el tedio.

Qué será lo que tiene la bella París, que siempre que va regresa a parir.

Uno necesitaría dos esposas, una para quererla, y otra para que le pegue los botones.

Vivían en dos mundos divergentes, pero mientras él hacía toda clase de esfuerzos por reducir la distancia, ella no dio un solo paso que no fuera en sentido contrario.

Aquella tarde se preguntó con su infinita capacidad de ilusión si una indiferencia tan encarnizada no sería un subterfugio para disimular un tormento de amor.

Nunca había imaginado que pudiera sufrirse tanto por algo que parecía ser todo lo contrario del amor.

Era el grande alivio de que hubiera sucedido más temprano que tarde lo que tarde o temprano tenía que suceder.

Nada le gusta más a un enfermo que hablar de sus dolencias.

Al pobre y al feo, todo se les va en deseo.

La única frustración que me llevo de esta vida es la de haber cantado en tantos entierros, menos en el mío.

Infieles, pero no desleales.

El corazón tiene más cuartos que un hotel de putas.

Era un fantasma en una casa ajena que de un día para otro se había vuelto inmensa y solitaria, y en la cual vagaba a la deriva, preguntándose angustiada quién estaba más muerto: el que se había muerto o la que se había quedado.

-Que manera más absurda de morirse -dijo ella.
-La muerte no tiene sentido del ridículo -dijo él, y agregó con pena-: sobre todo a nuestra edad.

Loro viejo no aprende a hablar.

Tenía que ayudarle a pensar en el amor como un estado de gracia que no era un medio para nada, sino un origen y un fin en sí mismo.

Recuerda siempre que lo más importante de un matrimonio no es la felicidad sino la estabilidad.

No creo en Dios, pero le tengo miedo.

La humanidad, como los ejércitos en campaña, avanza a la velocidad del más lento.

Los viejos, entre viejos, son menos viejos.

Deja que el tiempo pase y ya veremos lo que trae.

Hace un siglo me cagaron la vida con ese pobre hombre porque éramos demasiado jóvenes, y ahora nos lo quieren repetir por que somos demasiado viejos.

Es increíble como se puede ser tan feliz durante tantos años, en medio de tantas peloteras, de tantas vainas, carajo, sin saber en realidad si eso es amor o no.

El amor se hace más grande y noble en la calamidad.

Lo asustó la sospecha de que es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites.