domingo, 30 de agosto de 2015

Moral y política. Albert Camus. Editorial de la Universidad Juárez del Estado de Durango. 2009.

Ser coherente es el honor mas grande que se puede hacer un hombre a sí mismo. Reclamar siempre nuestro derecho de emitir una opinión por esa coherencia, no debe nunca coartar el derecho de otros a hacer lo mismo.

"No estoy de acuerdo contigo, pero defendería a muerte tu derecho de opinar", en ese sentido deben ser todas nuestras discusiónes.
Fabiola Rodríguez Loredo 

FRASES:

A los hombres nada se les regala, y lo poco que pueden conquistar lo pagan con muertes injustas. Pero la grandeza del hombre no está ahí. Está en su decisión de ser mas fuerte que su condición. Y si su condición es injusta sólo tiene una manera de superarla: ser justo el mismo.

Porque se trata de matar al espíritu, y de humillar a las almas. Cuando se cree en la fuerza, se conoce bien al enemigo. Aunque mil fusiles lo apuntaran, no impedirían a un hombre creer, e su fuero interno, en la justicia de una causa. Y si muere, otros hombres justos dirán <<no>> hasta que la fuerza se canse.

Sabían que hay siempre una hora del día o de la noche en que el más valiente de los hombres se siente cobarde.

Se quiere informar rápido en lugar de informar bien. La verdad no se beneficia con ello.

Le amor por la verdad no impide tomar partido. 

Por querer lo mejor, se dedica uno a juzgar lo peor y también a veces lo que sólo está menos bien.

La justicia es a la vez una idea y un afán del alma.

El cristianismo en su esencia (y esto constituye su paradójica grandeza) es una doctrina injusta. Está basado en el sacrificio del inocente y en la aceptación de este sacrificio.

¿Cuándo decimos que un hombre ha puesto orden en su vida? Cuando se pone de acuerdo con ella y conforma su conducta a lo que cree verdadero. 

El honor no es posible sin una terrible exigencia a sí mismo y hacia los demás. 

Es preciso saber que cada mediocridad consentida, cada negligencia y cada actitud cómoda nos hacen tanto mal como los fusibles del enemigo.

No hay socialismo sin compromiso y sin fidelidad de todo el ser, es lo que sabemos hoy. Y esto sí que es nuevo.

Nuestro mundo no necesita almas tibias, sino corazones ardientes que sepan darle a la moderación su justo lugar.

Hay que dictar buenas leyes si se quieren tener buenos ciudadanos. 

Ante las perspectivas aterradoras que se abren a la humanidad, percibimos aún mejor que la paz es la única lucha que vale la pena entablar. No es ya un ruego, sino una orden que debe subir de los pueblos hacia los gobiernos, la orden de elegir definitivamente entre el infierno y la razón. 

Una filosofía pesimista es, en esencia, una filosofía desalentada y quienes no creen que el mundo es bueno están destinados a aceptar servir a la tiranía. 

La justicia clara y firme es la prueba del derecho.

El marxismo es absolutamente falso porque pretende ser absolutamente verdadero.

Será preciso, entonces, elegir otra utopía, más modesta y menos ruinosa.

En las cosas del espíritu y de la historia hay herencias a las que no se puede renunciar. 

No se tiene mérito por el nacimiento sino por las acciones. Pero hay que saber callarlas para que el mérito sea completo.

La felicidad es, no obstante, una virtud muy alta y muy difícil de conquistar (¿que hay de más raro, en efecto, que un hombre feliz?). Émile Simon.

La fe es menos una paz que una esperanza trágica.

Tomaré a la iglesia en serio cuando sus jefes espirituales hablen el lenguaje de todo el mundo y vivan la vida miserable y llena de peligros de la mayoría.

Sólo en una sociedad en vías de disgregación, el mérito de un escritor está en relación con su capacidad de disidencia.

No existe el arte realista. (Ni siquiera la fotografía es realista, ya que la fotografía elige. 

Un error no es peor que un crimen. Pero el error termina por justificar el crimen y proporcionarle su coartada.

Vivimos en una época en que los hombres, por ideologías mediocres y feroces, se acostumbran a tener vergüenza de todo. Vergüenza de sí mismos, vergüenza de ser felices, de amar o de crear.

La obra de arte, por el solo hecho de existir, niega las conquistas de la ideología. 

Es mejor equivocarse sin matar a nadie y dejando hablar a los demás que tener razón en medio del silencio y de los cadáveres. 

Si las revoluciones pueden triunfar por la violencia, no pueden mantenerse sin el diálogo.