domingo, 29 de marzo de 2015

La Divina Comedia. Dante Alighieri, Editores Mexicanos Unidos S.A. 2008.

Este libro carece de simpleza y, sin embargo habla de las cosas más simples de la vida; el amor, la avaricia, el arrepentimiento, el dolor, la justicia y la gracia. Muy lentamente me llevo del temor al placer de Dante guiado por Virgilio que bien puede ser la conciencia en la vida de todos nosotros. Personalmente me pesó el camino por el purgatorio en el cual todas las almas están confundidas sin saber siquiera que es lo que merecen o a lo que aspiran. 
Fabiola Rodríguez Loredo


Muchas veces las palabras empequeñecen el asunto. 

Flegias, al verse burlado, hizo como todo el que descubre haber sufrido un gran engaño: contuvo su ira contra su voluntad. 

-Conserva en tu memoria lo que has oído contra ti -me ordeno aquel sabio-, y ahora atiende esto: cuando estés ante la dulce mirada de aquellos cuyos hermosos ojos lo ven todo, conocerás por ellos el transcurso de tu vida.

Alégrate, Florencia, pues tu grandeza es tanta que tu fama vuela por tierra y mar y se extiende por el infierno.

No se puede absolver a quien no se arrepiente, ni es posible arrepentirse y querer el pecado al mismo tiempo.

Cuando le oí hablarme con ira, me volví hacia el con tanta vergüenza que todavía lo recuerdo con toda claridad. Y como quien sueña si desgracia, y soñando desea soñar, y anhela lo que lo que es realidad sea sueño, así yo, no pudiendo hablar, deseaba excusarme y a pesar de que me excusaba no lo creía. 

-Puesto que quieres legar a ver hasta muy lejos a través de la tiniebla, ocurre que te equivocas en lo que imaginas. Ya verás, cuando estés más cerca, hasta que punto la vista se engaña con lo lejano. Así, pues, haz por aligerar el paso cuanto puedas.

-Él mismo se acusa; es Nemrod, por cuya mala intención no se usa en el mundo una sola lengua. Dejémosle estar y no hablemos en vano, pues para él cualquier lenguaje es tan desconocido como el suyo para los otros.

Cuando el deleite o el dolor, arrebatando a una de nuestras facultades, hace que nuestra alma se concentre en esa facultad y parece que no atiende a ninguna otra; esto demuestra el error que afirma que en nosotros arde un alma sobre otra alma.

-Esta montaña es tal, que siempre al comenzar la subida parece más pesada; y cuando el hombre se va acercando a la cumbre, se hace menos fatigosa y cuando te parezca tan fácil la subida que no lo fuera más el caminar de una nave siguiendo la corriente, habrás alcanzado el final del sendero; espera llegar ahí, que entonces tu fan descansará. Más no te digo, pues ésta es toda la verdad.

Muchos tienen la justicia en el corazón, pero tardan en dispararla, porque temen manejar el arco sin prudencia. Muchos rechazan los cargos públicos; pero tu pueblo sin ser llamado, responde con gran solicitud, gritando: "¡Vengan sobre mi!" Regocíjate, pues buenos motivos tienes: eres rica, estas en paz, eres sensata.

-Vuelve los ojos abajo; para que el camino te sea más tranquilo, bueno será que veas dónde pones los pies. 

Es más grato llorar que hablar, tanto me ha oprimido la mente nuestra conversación.

¿Qué haremos a quien nos quiere mal, si condenamos a quien nos ama?


-Hermano, el mundo es ciego y tú vienes de él. Ustedes los vivos, hacen que el cielo sea la causa de todo, como si necesariamente se moviese todo, con su movimiento.

Con esto puedes comprender que el amor es en ustedes la semilla de toda virtud y de toda acción que merezca la pena. Ahora bien, como el amor no puede nunca apartar los ojos de la salvación de su sujeto, todas las cosas están preservadas del odio propio; y por que no puede entenderse que un ser que esté separado del Ser Primero exista por si mismo, está alejado de odiar a Áquel. De lo que resulta, que sólo se desea el mal del prójimo; y este amor nace de tres maneras en su fango. Hay quien espera que la ruina de su prójimo sirva para su exaltación, hay quien teme perder poder, gracia, honor y fama porque otro se eleve, y hay quien por injuria se irrita hasta el punto de manifestarse insaciable de venganza, y así no cesa de procurar el mal de su contrario. Este triforme amor es el que hemos visto llorar en los círculos inferiores; pero ahora quiero que sepas algo del otro amor que corre hacia el bien desordenadamente.

Pongamos, pues, que todo amor que se enciende en su interior surja de necesidad; pues bien, suya es la potestad  de retenerlo.

Anota estas palabras, tal como te las digo, y enseña a los vivos que la vida es una carrera hacia la muerte.

-Tu mismo entorpeces tu mente con falsas imaginaciones, por lo que no ves lo que verías si las hubieses apartado de ti. No estás en la tierra como acaso crees; pero ni el rayo, huyendo de su lugar propio, corre tan velozmente como tú vuelves al tuyo. 

Vida perfecta y mérito eminente llevan al cielo más alto a una mujer, según cuya regla allá abajo en su mundo se lleva el hábito y el velo, a fin de que hasta la muerte se viva y duerma con aquel esposo que acepta todo voto que la caridad hace para su placer.

A los ojos de los mortales parece injusta nuestra justicia, y este argumento es de fe, no de iniquidad herética.

La redonda naturaleza, que es sello de la cera mortal, cumple perfectamente su oficio, pero no distingue una morada de otra.

Siempre la naturaleza, si le es la fortuna contraria, es estéril como la semilla cuando está fuera de su clima propio. Y si el mundo de allá abajo atendiera a las disposiciones naturales, conformes con ellas, habría personas excelentes. Pero ustedes llevan al templo a quien nació para ceñir espada y hacen rey al que debía ser predicador; y por esta razón marchan siempre fuera del camino acertado.

Mucho más que en vano hace el viaje quien va en busca de la verdad sin conocer el arte de encontrarla, porque no vuelve tal como fue. 

Tu eres mi padre; tu me das el valor necesario para hablar; tu me levantas tanto que yo soy más que yo. Por tantos riachuelos se llena de alegría mi mente que consigo misma se goza porque puede soportar tanto júbilo sin romperse. 

-Bien veo, padre mío, cómo corre el tiempo hacia mi, para asestarme uno de esos golpes que son tanto más dolorosos cuando más despreocupado se vive; por lo cual conviene que me arme de previsión, de suerte que, si se me priva de mi lugar tan querido, no pierda otros a causa de mis versos.

La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. 

Ante aquella luz ocurre que se hace imposible consentir en volverse hacia otra cosa; porque el bien, que es objeto de la voluntad, está todo en ella, y fuera de ella tiene defectos lo que ahí es perfecto. 

¡Cuán corta es la palabra y cuán débil mi concepto! Y esto es de tal manera que lo que digo, comparado con lo que vi, no basta con decir que es "poco".



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