jueves, 29 de enero de 2015

1Q84 Libro 3 - Haruki Murakami, 2009. Maxi Tusquets.

Finalmente terminé de leer este libro y estuve un par de días pensando que es una maravilla que todo en este mundo sea relativo y que la realidad de uno puede ser una existencia surreal para otro. 
Para mi, la palabra "normal" debería sólo utilizarse para hablar de los hábitos de uno mismo, jamás de las cosas que nos van pasando y mucho menos de las que le pasan a los demás. 
Me encantaría cruzarme en la vida con un Ushikawa. 
Fabiola Rodríguez Loredo


FRASES:

Cuando alguien pierde la concentración, por muy cauteloso que sea, comete algún  error. La soledad se convierte en un ácido que te corroe.

Allí donde hay una esperanza, siempre hay una prueba, como bien has dicho.eso está claro. Sin embargo, albergamos pocas esperanzas y, en su mayoría, son abstractas, pero pruebas hay a montones, y son bien concretas.

Ciertamente, el mundo está repleto de personajes siniestros (aunque para los demás tal vez yo sea uno de ellos).

Las buenas personas tenían sus tareas, y el diablo, las suyas. Era una especie de división del trabajo.

Lo importante de cualquier información es su precio y su precisión.

Si los uniera una relación tan profunda, habría sido imposible mantenerlo en secreto. Los encuentros marcados por el destino tienen consecuencias selladas también por el destino.

Pero las cosas demasiado perfectas tienen su contrapartida. Es ley de vida. 

Lo subjetivo y lo objetivo no son tan fáciles de discernir como suele pensarse y, dado que los separa una frontera muy sutil, pasar deliberadamente de uno a otro no es una operación tan complicada.

El saber y las habilidades eran tan sólo herramientas; no estaban hechas para alardear.

Cuando las cosas se torcieron y su vida se derrumbó en un instante y lo dejaron sólo, sintió, sobre todo, alivio. ¡Uf! Ya no necesito preocuparme por nada.

Tienes que pasar una dura prueba. Cuando la pases, verás las cosas de cierta forma.

Cierto día en que soplaba un viento frío, mientras vigilaba el parque, Aomame se percató de que creía en Dios. De pronto descubrió ese hecho. Como si las plantas de sus pies hubiesen hallado unos cimientos sólidos en el fondo de cieno blanco.

Pero este no es su Dios. Es mi Dios. Lo he aprendido porque he sacrificado mi vida, porque me han lacerado la carne y desgarrado la piel, chupado la sangre, arrancado las uñas y despojado de mi tiempo, mis ilusiones y recuerdos. No es un Dios con forma. No viste de blanco ni luce largas barbas. No tiene doctrina, libro sagrado o preceptos. No recompensa ni castiga. No concede ni arrebata. No ha dispuesto un Cielo al que subir ni un infierno al que caer. Dios, simplemente, está ahí, haga frío o no.

Donde hay luz tiene que haber sombra y donde hay sombra tiene que haber luz. No existe la sombra sin luz, ni la luz sin sombra..

Pero los años nos roban poco a poco la vida. Uno no muere cuando le llega lo hora. Uno no muere cuando le llega la hora. Uno va muriendo lentamente en su interior y al final, se enfrenta a esa última liquidación. Nadie puede escapar. Todo mundo debe pagar por lo que recibe.

Supongo que vuestras vidas tendrán un gran valor para vosotros. Que las consideráis inestimables. Lo entiendo. Pero a mi me importan un comino. Para mi no sois más que delgadas figuras de papel, recordables que pasan por un decorado. Sólo os pido una cosa, y es que no perturbéis mi trabajo. Seguid siendo recortables seres humanos. 

El que siempre sigue a otros nunca cree que pueden seguirlo a él.

La gente muestra su respeto hacia los muertos de manera espontánea. Al fin y al cabo, el fallecido acababa de realizar esa gran proeza personal que es morir. 

Puede que la vida no sea más que la consecuencia de una mera cadena de acontecimientos ilógicos y, en ciertos casos, extremadamente chapuceros.

Nunca más volveré a ver estas cenizas, pensó en ese instante. Sólo me quedarán recuerdos. Y esos recuerdos algún día acabarán desapareciendo convertidos en polvo.

Y con el sufrimiento uno no puede andarse con generalizaciones. Cada dolor tiene sus características.

- Me dijiste que pensabas irte lejos de aquí - dijo Tamaru -. ¿Muy lejos?
- A una distancia que no se puede medir con números.
- Como la distancia que separa los corazones de las personas.

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